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Experimenta el mundo a través de nuestros sentidos

Cada día, cada persona percibe millones de impresiones sensoriales – afortunadamente, la mayoría de ellas solo de manera inconsciente. Si fuéramos conscientes de todo lo que nos llega a través de nuestros sentidos al mismo tiempo, apenas podríamos orientarnos. Afortunadamente, nuestro subconsciente filtra solo las impresiones realmente importantes. Así nos limita y protege a la vez el „Prisión de los sentidos“.

Nuestros sentidos

A través de los cinco órganos sensoriales de nuestro cuerpo, percibimos estados y procesos en el mundo exterior. Con los ojos, oídos, nariz, lengua y piel recibimos estímulos, los convertimos en impulsos eléctricos y los transmitimos al cerebro. Allí se generan nuestras experiencias de imágenes, sonidos, olores, sabores y tacto.

El ojo

El ojo

El ojo es nuestro órgano sensorial más importante – aproximadamente el 70 % de todas las percepciones se realizan a través de la vista. A partir de su modelo se desarrolló la fotografía: una lente concentra la luz, el iris regula la entrada de luz, y las células receptoras en la retina transforman la luz en señales eléctricas. Estas llegan a través de los nervios ópticos a los centros visuales en el cerebro, que generan la imagen del mundo. A lo largo de un día, los músculos oculares se mueven miles de veces – incluso mientras dormimos, durante las fases de sueño.

El oído

El oído

Con el oído no solo percibimos sonidos y tonos, sino que también mantenemos el equilibrio. En el oído interno se encuentran la caracol auditivo y el órgano del equilibrio. Líquido y vellos sensoriales registran movimientos, inclinaciones y aceleraciones. El nervio auditivo y el nervio del equilibrio forman juntos el octavo nervio craneal. Cuando escuchamos, el oído convierte las ondas sonoras en impulsos nerviosos, que el cerebro interpreta como sonidos.

La nariz

La nariz

La nariz no solo sirve para respirar, sino también para oler. Curiosamente, las fosas nasales se alternan cada pocas horas – mientras una huele activamente, la otra descansa. En la mucosa olfativa hay más de diez millones de células sensoriales, cuyos vellos capturan moléculas de olor. Estos estímulos se transmiten a través del nervio olfativo al bulbo olfativo, que los envía al cerebro. Así se forma nuestra impresión consciente del olor.

La lengua

La lengua es extremadamente móvil gracias a sus músculos y asume muchas funciones: dirige la comida, la forma en porciones tragables y permite el gusto. En su superficie hay alrededor de 9000 papilas gustativas, que pueden distinguir entre dulce, ácido, salado, amargo y umami. Además, nos proporciona a través de sus finos receptores táctiles una sorprendente percepción de texturas.

La piel

La piel es nuestro órgano sensorial más grande. Nos permite sentir presión, contacto, temperatura y tensión. Diferentes receptores responden a diferentes estímulos: los corpúsculos de Pacini registran presión a gran escala, los discos de Merkel toques finos, los corpúsculos de Ruffini calor y los bulbos de Krause frío. Esta información se transmite a través de la médula espinal al cerebro, que así puede regular la temperatura y reaccionar a los toques.