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Proceso de desarrollo de la identidad
Cuando las personas mayores cuentan historias de su vida, a menudo eligen relatos de esa época. Los repiten de manera inquebrantable, a veces de forma penetrante. Parece que es tan importante para ellos como respirar, dar voz al pasado. Quien es más joven escucha con asombro. Y si tiene una relación relajada con el narrador o la narradora, puede sentir algo como reverencia. Ese sentimiento sería apropiado. Porque esta forma especial de necesidad de comunicar no es simplemente una manía, sino la expresión de un proceso de búsqueda extremadamente importante. Los expertos hoy en día asumen que cada persona construye su propia historia de vida. Así se crea un resumen significativo de lo que ha sido, con un hilo conductor y ciertos motivos recurrentes. Solo con su ayuda encontramos y entendemos nuestra identidad y nuestro lugar en el mundo.
El curso de la vida cambia considerablemente nuestra forma de pensar, y se pueden hacer incluso predicciones groseras sobre cómo. Porque son experiencias de vida muy extendidas, al menos en las sociedades industriales occidentales, que moldean nuestra mente de manera típica. Este cambio se puede entender mejor como un movimiento en espiral. Comienza con el niño pequeño. En su mundo apenas hay restricciones lógicas. Está poblado de innumerables posibilidades e imposibilidades. A medida que la persona atraviesa la adolescencia, comienza a confiar en el poder del pensamiento lógico. Los jóvenes actúan como si “el mundo tuviera que someterse a visiones idealistas y no a las realidades existentes”, observó ya Jean Piaget. En esta mentalidad se cree que debe haber una solución patente para cada problema, por complicado que sea. Muchos permanecen mucho tiempo en ella. Sin embargo, en general, se desgasta al menos parcialmente ante las realidades de la vida adulta.
La fase de la lógica formal puede ser superada. Una señal de ello es que la persona comienza a encontrar estúpidos los tests de opción múltiple. Porque ahora percibe que la mayoría de las preguntas tienen múltiples respuestas. Qué importantes son los sentimientos. Que el mundo está lleno de incertidumbres. Que las contradicciones irresolubles son parte de la realidad, e incluso ofrecen oportunidades de conocimiento especiales. Así que gana un atisbo de sabiduría. O, dicho de otra manera: Algunos hombres y mujeres adultos regresan, enriquecidos con conocimiento del mundo y con una lógica adecuada a la situación, y más pobres en ilusiones, a la apertura infantil. Si este estado es mejor o peor, queda abierto. Cada forma de ser merece nuestra apreciación: Quien piensa que todos los frutos maduran con las fresas, no sabe nada de las uvas. Y lo que se prefiere es, en última instancia, cuestión de gusto …
Pensar y juzgar, esas habilidades del mencionado software intelectual, son solo parte de un sistema mucho más complejo, que madura con nuestro cuerpo, pero que es diferenciable de él: nuestra personalidad. Lo que exactamente significa esta palabra, los psicólogos lo han redefinido constantemente durante décadas. Para el uso cotidiano, se podría decir: Es la forma típica en que nos comportamos. Está marcada por nuestro temperamento, pero también por nuestras creencias y valores. Los expertos están bastante de acuerdo en que la personalidad es aún muy elástica hasta aproximadamente los diez años. Luego se forma y es relativamente estable a partir de los 30. A lo largo de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, se puede observar un fenómeno que la psicóloga Ursula Staudinger y sus colegas llaman “continuidad heterotípica”. El tono de nuestro comportamiento, se podría decir, permanece similar a lo largo de la vida – pero las piezas que se tocan cambian con el tiempo.
La vida hoy nos exige una capacidad de adaptación casi aterradora. Ya no miramos hacia nuestro propio futuro cuando observamos a nuestros padres o abuelos. Porque las formas de vida, las posibilidades técnicas y las profesiones cambian a una velocidad vertiginosa. La red es enorme, las obligaciones son numerosas, las expectativas son infinitas, las opciones están por todas partes, y el tiempo es un bien escaso.
Lo que podría facilitar a las personas su camino a través del mundo actual es uno de los campos de investigación de Ursula Staudinger. Ella se basa en amplios trabajos sobre “personas psicológicamente resilientes” – personas que manejan su vida a pesar de algunas confusiones y golpes del destino con admirable serenidad. La fe en uno mismo y en el propio poder de creación, sabe Staudinger, es un componente importante de esta capacidad de resistencia. Sin embargo, debe complementarse con una habilidad de otro tipo: Quien quiere salir bien en la vida, debe también fomentar conscientemente la capacidad de adaptarse en el momento adecuado. Los investigadores han demostrado que estas dos cualidades complementarias no son innatas, sino en gran medida aprendibles y renovables – así como están estrechamente vinculadas a los valores culturales.






